miércoles, 27 de junio de 2012

LOMA BALCON: PLANIFICACION RACIONAL CON CONSENSO VECINAL

Publicado el lunes 18 de junio del 2012 en el diario 
El Tribuno de Salta, con el título " Desarrollo Urbano, 
Sólo con planes y consenso" 

La versión, originada en el Concejo Deliberante, contaba que para construir viviendas se peticionaría al Ejército la donación de terrenos cercanos a San Lorenzo. La polémica nació espontánea y la toma de posición por parte de los vecinos también. La incertidumbre sobre el objetivo preciso del proyecto instaló cierta confusión, aumentada por el hecho de no derivarse la adquisición de plan o programa determinado, que tenga conclusiones definitivas fundamentando acerca de que hacer con -y en- esos terrenos que son ajenos. Contribuyó también la falta de una ley nacional que los done y de una ordenanza que los acepte, obligatoria conforme el art. 22 inc. k.- de la Carta Municipal de Salta.
El anuncio no oficial, que resultó cuando menos prematuro, su impreciso propósito y sus polémicas circunstancias, convocan el recuerdo de conceptos enunciados por el profesor italiano Franco Karrer en las jornadas de Urbanística Latinoamericana que, hace casi veinte años, realizaron conjuntamente la Universidad de Palermo y la Universidad Nacional del Litoral. Decía Karrer al hablar sobre planificación ambiental: “La complejidad de una ciudad no se maneja con una ley sino con un proyecto responsable y socialmente aceptado”.
Los dos ejes que señalaba el docente e investigador de la Universidad de Roma –planificación y consenso- parece una recurrente deuda pendiente de quienes en las últimas década tuvieron la responsabilidad de gestionar o legislar ya que en las contadas excepciones verificadas, la cantidad desmesurada de ordenanzas de excepción existentes, entre otras causas, divorció la norma de la realidad. El equipo que elaboró en 2003 el Digesto Municipal de Salta las estimó en más de nueve mil. Si se considera que en julio de ese año se sancionó la Ordenanza Nº 12.000, nueve mil excepciones significan que las otras tres mil legisladas como obligatorias para todo vecino era un número ínfimo. Pero esa costumbre viene de antiguo.
Los intentos regulatorios más accesibles sobre el tema son la Ordenanza Nº 3977 de 1984 llamada “Plan Director de la Cdad. de Salta”; la ley Nº 6828 “Plan Regulador de la Ciudad de Salta” del año 1996 y la Ordenanza Nº 12.107 del año 2003 “Plan Integral de Desarrollo Urbano Ambiental”, conocido como PIDUA. Estas normas subrayan, de una u otra manera, la necesaria participación ciudadana para lograr un consenso; la norma que aprobó el PIDUA manifiesta en sus considerandos “Que la planificación urbana se concibe actualmente como un proceso dinámico, retroalimentado y abierto, que debe ser continuamente revalidado y que el cambio sustancial lo constituye la transición de una ordenación voluntarista y dirigida desde el Estado, hacia una ordenación coordinada y concertada entre todos los actores presentes en la sociedad, aún cuando quien lidere el proceso sea el sector público”.
El Plan Regulador de la Ley Nº 6828 llegaba más lejos: su objetivo declarado era formular políticas públicas para áreas críticas como salud, vivienda, educación y servicios públicos, contemplando específicamente planificar los espacios verdes necesarios a futuro para la cantidad de población previamente estimada. Si ello cubría la perspectiva de “planificación responsable” que señalaba el Prof. Karrer, también se preocupaba del otro escorzo: que el plan fuera socialmente aceptado. Para ello dispuso en su art. 6º que los resultados debían ser sometidos a un referéndum popular “de tal suerte que dicho Plan Regulador sólo puede ser derogado, en su caso, por otro referéndum popular”.
Hoy el hecho concita la atención y moviliza al ciudadano común, probablemente porque la transacción anunciada de modo extraoficial no refiere a una previa planificación ni cuenta con consenso. Una planificación previa debería indicar dónde y porqué deben construirse las viviendas –si ese es el fin- pero hacerlo al revés, justificando una elección previa con un plan posterior y tardío, eso significa colocar el carro delante del caballo.
La mirada más acertada ha sido expuesta desde el municipio de San Lorenzo, los concejales formularon una declaración oficial donde se señaló que resulta necesario planificar el crecimiento de la ciudad de Salta en armonía y consenso con los municipios y departamentos vecinos, indicado que ese punto de partida servirá para una planificación racional. El argumento sanlorenceño es el correcto toda vez que Salta ya no debe ser mirada como una ciudad aislada sino como una zona metropolitana de fuertes interrelaciones, que debe ejercitar la solidaridad política, económica y social dispuesta por el art. 14 de la Constitución provincial, mandato que resulta prioritario respecto de la autonomía otorgada por el art. 170.
El urbanista de la Universidad de Harvard Howard Husock, , que vino a Argentina a estudiar el desdoblamiento de la Municipalidad de Hurlingham a finales de los noventa, fijaba el número máximo de habitantes para un municipio en 200.000 habitantes, que permite una relación de cercanía entre gobierno y vecinos y una mejor interpretación de la demanda vecinal. Salta Capital posee ese máximo pero multiplicado por tres. Entonces las consecuencias, a veces, se hacen sentir.
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viernes, 1 de junio de 2012

¿QUERÍAS PREGUNTAR ALGO?

El Jueves 14 de diciembre de 2006 publiqué en el diario El Tribuno de Salta una columna crítica respecto de la actitud del Presidente de la Nación, quien evitaba repetidamente otorgar ruedas de prensa, agraviando en sus discursos a los medios y a los periodistas de un modo generalizante, tan injustificado como reiterado. Pocos días atrás, un centenar de periodistas en el programa televisivo de Jorge Lanata, se manifestaron bajo la divisa "Queremos Preguntar". El hecho mostró que la situación no sólo sigue igual sino que se ha tornado insoportable. Por coincidir con la filosofía del derecho al control informal que tiene todo ciudadano respecto de la gestión de gobierno, a preguntar a sus mandantes, es que se reproduce hoy esa columna de un lustro atrás.

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"El Presidente venezolano Hugo Chávez bajó del avión el pasado jueves en el Aeroparque porteño ymedio centenar de periodistas -alos que no conocía- se arremolinó en torno suyo. Pese al caos, tuvo total predisposición para contestar todas las preguntas que le formulaba la prensa, y hasta facilitó, según consignaba un matutino, la tarea de una atribulada cronista enredada con el cable de una cámara: “¿Querías preguntar algo?” le dijo una vez superado el inconveniente.
El preguntar ha sido siempre una pasión del humano. Desde los principios de su existencia como raza o desde que tiene conciencia en su infancia, el hombre necesita preguntar. El humano primitivo huyó del fuego hasta el día que se preguntó sobre la causa del fenómeno de la combustion, conocer esa respuesta fue el inicio del progreso técnico. La pasión por preguntar siempre lo ha consumido: Sócrates fue el paradigma de la antigüedad, como más tarde Averroes, Maimónides, Colon, Newton, Ramón y Cajal, los hermanos Wrigth, Einstein o Barnard, entre miles de humanos que construyeron preguntas cuyas respuestas todavía no habían sido construidas. Pero usualmente, señala Santiago Kovadloff, cautiva al hombre mucho más las respuestas que las preguntas, porque éstas siembran inquietudes mientras que aquellas a veces reconfortan y siempre clarifican y ordenan, agregando que la excepción son las preguntas empecinadamente personales, como los niños, que siempre preguntan “en serio” y exigen la construcción de una respuesta, no la repetición de una información. (Por esa cualidad los críos parecen fastidiosos...). Las preguntas de peso no constituyen un mero interrogante, es algo más, que incluye la identidad y las zozobras de quien las plantea; así cada cual preguntará a su manera y cada quién responderá también a su manera. Y un dato no menor del preguntar es que tal actividad implica necesariamente el diálogo, el cual, como Sócrates señalaba, es tanto el diálogo consigo mismo como el que se establece con los otros, intervención activa que supone libertad de pensamiento y de expresión. Desde la antigua Grecia al Pacto de Costa Rica, se repite la necesidad de reconocer el derecho esencial -y la libertad- "de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas". Herramienta esencial, además, para ser sustento y pilar de la opinión pública, ya que cuando la comunidad valora sucesos lejanos, la mayoría de las veces lo hace basada en otras opiniones, las de aquellos que estuvieron más cerca de los hechos o de sus protagonistas. El mundo se encuentra, generalmente, fuera del alcance de la visión directa de quien opina, en especial en los asuntos públicos, por lo tanto -en muchos casos- es la prensa la que debe llevar adelante el trabajo de hacer conocer esos acontecimientos a la comunidad, es la prensa -incluida la prensa científica y la especializada- la que debe convertirse en el puente necesario entre lo sucedido y el conocimiento público que pueda tenerse de ellos.
Por tales razones resulta criticable, en un sistem político hiperpresidencialista como desde el año 1853 es el argentino, que la persona que recibe el mandato de administrar la República, el Presidente de la Nación, rompa relaciones con los medios, se niegue a tener contacto directo con el periodismo y evite meticulosamente realizar conferencias de prensa.
Omisión agravada por las críticas que realiza desde sus discursos al periodismo en general, a los medios en particular y a varios periodistas identificados con nombre y apellido, cuando no coinciden con sus ideas. O directamente echados de medios oficiales como Pepe Eliaschev y Víctor Hugo Morales a pesar de sus trayectorias. Esa descalificación cada vez más frecuente del Presidente hacia la prensa motivó ya el año pasado, en el mes de mayo, que la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) hiciera pública una declaración en la cual señalaba la preocupación que significaba la intensidad y peligrosidad
de tales descalificaciones, rechazando la actitud asumida por el Presidente Kirchner hacia la prensa, actitud que no ha cambiado hasta la fecha. El evadir las preguntas es, de alguna manera y siguiendo a Sócrates, suprimir a los interlocutores, lo que equivale a suprimir el diálogo. Esa supresión puede -al no haber explicación oficial- dar paso a suposiciones de la comunidad acerca de por qué no se aceptan preguntas; ¿será por temor, por soberbia, por indiferencia, por ignorancia, por censura táctica, por facilitar la propaganda? Las hipótesis pueden seguir hasta el infinito. Pero lo cierto es que el pueblo quiere y necesita saber desde su propia mirada personal y para hacerlo necesita preguntar. El Presidente, por ser un mandatario y no un monarca, tiene el deber de facilitar a sus mandantes la tarea de hacerlo, por todas las maneras posibles. Las preguntas de los periodistas, por ser humanas, serán ciertamente más indicativas de la realidad que las conclusiones de cualquier encuesta."


Armando J. Frezze

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