miércoles, 18 de julio de 2012

DANIEL SCIOLI: ¿JARDINERO INGENUO O CONSUMADO TIEMPISTA?



 En política, dicen, creerse más de lo que uno vale es un pecado mortal pero  creerse menos es una enfermedad terminal. Esta última descripción encajó en ocasiones con Daniel Scioli tanto cuando fue  vicepresidente de la Nación como en su primer período como gobernador y en el actual; ejemplos son el recuerdo de las críticas que realizó en agosto de 2003, era Vicepresidente, hizo al modelo económico que enfurecieron a Kirchner que lo empujó a un limbo político y echó a todos los colaboradores que Scioli había dejado en la Secretaría de Turismo. O el año pasado, cuando la Presidenta le impuso como vicegobernador a Gabriel Mariotto, quien gasta una destemplada y conflictiva conducta en el ejercicio del cargo. La actitud de Scioli siempre ha sido la misma:  callar, hablar poco y caracterizar a sus expresiones con una ambigüedad que suele recordar a las crípticas expresiones de Mr. Chance, aquél ingenuo jardinero que Peter Seller encarnaba en la película “Desde el Jardín”: que cada interlocutor interprete lo que quiera, parece decir. Cierto es que los discursos o las respuestas del gobernador nunca sermonean sino que, en todo caso, invitan a alguna  reflexión.

Tal vez por eso, contrariando el aserto que le auguraba hace un par de años su muerte política, Scioli ha logrado exhibir una inalterable imagen positiva siendo -después de la Presidenta- el político argentino con mayor intención de voto; cuando Cristina Kirchner en 2011 retuvo el sillón de Rivadavia con el 54 por ciento de los votos, él fue reelecto con un porcentual aún mayor.

Cuando las elecciones del 2015 era un lejano objetivo para el oficialismo, casi tabú (pero cuya estrategia incluía fagocitar al excandidato testimonial) Scioli, como a destiempo, el pasado mayo creo la Juan Domingo (contracara de la Cámpora), anunció su intención de presentarse como candidato presidencial y finalmente tuvo un deportivo y público encuentro con Hugo Moyano. Parecía haber pateado el tablero de manera un tanto distraída, pero cabe dudar si fue distracción o fue la movida de un notable tiempista que supo cuándo y cómo pisar el acelerador en carrera hacia su objetivo.

Después de todo, su pasado de competidor exitoso en la motonáutica internacional muestra que pese a haber perdido su brazo derecho en  una competencia en 1989, ganó luego ocho campeonatos mundiales usando una prótesis. Al retirarse en 1997 decía a los medios: “Quedó demostrado, una vez más, que las regatas no las gana la lancha más poderosa sino la que navega en forma regular y en función de equipo" agregando que "Un Mundial debe correrse como nosotros lo hicimos durante la competencia: cuando se presenta la oportunidad de sacar alguna ventaja no hay que dejarla escapar. Y nosotros la aprovechamos". En otra ocasión había señalado que su libro de cabecera era "Planificar para Vencer" del ingeniero y constructor náutico italiano Fabio Buzzi, quien lo había integrado a su equipo en 1987. Reflexiones de quien sabe manejar las circunstancias y los tiempos, al menos en el deporte que lo tuvo una década como top ten.

Es verdad que deporte y política no son la misma cosa, que discurren por andariveles distintos, pero también lo es que ambos se nutren de competir, de dar batalla, y que el premio es ganar, fuese un título deportivo o una representación del pueblo.

Tal vez no olvidara Scioli las primeras 48 horas de Cristina Kirchner como presidenta, enmarcadas por los casos de Antonini Wilson y Felisa Michelli  que habían reinstalado la idea de la corrupción oficial, iniciada con el caso Skanka, ni  el discurso inaugural del lunes 10 de diciembre de 2007, cuando afirmó: "No vine a ser Presidenta para ser parte de una interna sindical o política",y tal vez tuviera el recuerdo  del Secretario General de la CGT Hugo Moyano respondiendo al día siguiente: "Vamos a acompañar, pero si no se respetan los derechos de los trabajadores, vamos a estar en la vereda de enfrente", lo dijo fuerte y claro, Néstor Kirchner todavía vivía y la convocatoria que se realizó ese día en Plaza de Mayo no contó con la presencia de los camioneros, ausencia que Moyano justificó con argumentos verosímiles pero no necesariamente verdaderos.
Scioli, ha dicho hace poco Rosendo Fraga, “es un político que antes que discursos, comunica con encuentros, fotos, silencios y ausencias”.  Ahora parece haber afirmado que para él, el 2015 ya no está tan lejano.




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¿UN NEGOCIADO DE CIEN PESOS?


Publicado en diario  El Tribuno de Salta
el martes 10 de julio de  2012 



A principios de abril esta columna comentó la defensa que intentó Amado Boudou para eludir las acusaciones de haber beneficiado a su amigo Alejandro Vanderbroele, que consistió esencialmente en negar todo conocimiento y amistad con éste,  acción que abrió una caja de Pandora que le ha costado al Vicepresidente dos causas penales  –hasta ahora- y la evaporación total de su peso específico en el ámbito de la política nacional. Ese comentario se clausuraba subrayando una importante cuestión paralela: la obstinación gubernamental de continuar emitiendo billetes sin modificar sus actuales valores, contrariando la opinión generalizada de los técnicos y soslayando, sin explicaciones, varios proyectos de ley presentados desde el 2010 por diversos legisladores, iniciativas que la “mayoría automática” instalada en el  Congreso Nacional paralizó obedeciendo instrucciones de la Casa Rosada.
En sintonía con ese remar en contracorriente el 29 de marzo de este año el directorio del Banco Central aprobó la impresión de 1200 millones de billetes con diferentes valores, el mas alto de 100 pesos. La Casa de Moneda se hacía cargo de la impresión de 800 millones de piezas y las 400 restantes se adjudicaron a la Compañía de Valores Sudamericana (CVS), ex-Ciccone, propiedad de una sociedad fantasma, presuntamente controlada por Varderbroele, a un costo cercano –según el diario Infobae.com- a los 170 millones de pesos.
Lo que en principio pareció un capricho de la Presidenta destinado a negar la inflación o a defender a Amado Boudou, se perfiló en poco tiempo como una férrea determinación de continuar con la ejecución de un plan complejo y perverso, puesto en marcha hace ya tiempo y que tenía casi todos los ingredientes necesarios para configurar lo que el ciudadano denomina “un negociado” y el Diccionario de la Real Academia define como “negocio ilícito que toma carácter público”.
Porque alcanzada en el mes de abril la finalidad de la adjudicacion a la exCiccone (¿propiedad de Boudou?) del contrato de impresión de los 400 millones de billetes, la solución técnica más lógica y economica recibió luz verde: en el mes de mayo la senadora del Frente para la Victoria Ada Iturrez de Capellini presentó el proyecto oficialista para imprimir billetes de 200  y 500 pesos, proponiendo que lleven el uno la imagen de Hipólito Yrigoyen y la de Juan Domingo Perón el otro.
En realidad es un proyecto plagiario:   en el expediente 5214-D-2011 el proyecto que impulsaban los diputados Aguad y Pratt Gay se subrayaba que ya desde el año 2004 el Banco Central planteó la necesidad de emitir billetes con una nueva mayor denominación; los nombrados propusieron emitir valores de 200 y de 500 pesos con la imagen de Hipólito Yrigoyen para uno de ellos; en el año 2010 el diputado Gerardo Milman presentaba un proyecto de emisión de billetes de 200 pesos (Expte. 8655-D-2010) y en 2011 el Senador Reuteman en  Expediente Nº 1545-S-11 propuso poner en circulación billetes de curso legal billetes de quinientos pesos.
El proyecto de la senadora Iturrez no contiene ninguna novedad, salvo el tácito visto bueno de la Presidenta para seguir adelante y la arbitraria y total omisión de la palabra “inflación” en sus fundamentos, concepto que por el contrario fue uno de los justificantes motivadores de los otros proyectos. ¿Porqué la luz verde?  Quienes acostumbran a pensar mal, sospecharán de un negociado originado en los billetes de cien pesos, los bien intencionados podrían justificar, tal vez, la metamorfosis de la posición oficialista como una consecuencia de una confesión de la Presidenta Fernández de Kirchner, hecha al cierre de su discurso el jueves 3 de mayo de este año, al inaugurar una planta faenadora de pollos: “Yo soy terca y obstinada pero no insensata. ¿Cuál es la gran diferencia? Cuando me demuestran que me equivoqué lo admito y entonces hago lo que por allí debería hacer si me equivoqué, no soy de las que insisten en los errores. Esto ténganlo muy presente todos, pese a que me han hecho fama…, ténganlo muy presente todos, siempre”.   


 


 





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