martes, 2 de julio de 2013

INFORMAR TAMBIEN ES DEMOCRATIZAR

Marcelo Baez para la revista del Poder Judicial de Chubut. 



Informar, también es democratizar

La ciudadanía argentina ha asistido a un debate inédito popularizado como “democratización de la Justicia”. La antesala de las iniciativas legislativas conocidas en abril pasado estuvo plagada de términos que buscaron simplificar al extremo el contenido.
De allí que la remanida “democratización” no sea otra cosa que el establecimiento de pautas igualitarias para el ingreso de empleados a la Justicia Nacional -como lo demostró finalmente la iniciativa que trató el Congreso- pero la simplificación a la que se echó mano dejó otra imagen.
El proceso de instalación de la idea de la necesidad de modificaciones en la Justicia con eslóganes simplificados ha producido un impacto sobre la imagen del conjunto de los Poderes Judiciales que deberá ser motivo del análisis posterior. Es fácil adivinar que ese impacto fue negativo.
En el planteo publicitario había que democratizar la Justicia. Entonces por razonamiento inverso, la Justicia no es democrática.
No importa que el objeto final de la iniciativa legislativa haya sido establecer un sistema igualitario de ingreso de personal. Tampoco que su finalidad hubiera estado circunscripta al Poder Judicial de la Nación.
Después de tanto debate y los ríos de tinta y palabras en los medios de comunicación de un lado y otro, es lógico pensar en la necesidad de articular acciones con la finalidad de atenuar el impacto del daño y reconstruir la imagen de una Justicia próxima al ciudadano.
Todo lo que se avanzó en la materia desde 2006[1], cuando por primera vez los jueces dejaron el ámbito recoleto de sus despachos para sumergirse en una discusión igualitaria y plenaria, corre el riesgo de evaporarse.
En aquella oportunidad, en el marco de la comisión “Prensa, Justicia y Sociedad” se propuso la implementación de un centro de prensa de información judicial lo que se concretó a través de la Acordada 17/06 de la Corte Suprema de Justicia de la Nación con la denominación “Centro de Información Judicial”.
En la Segunda Conferencia Nacional de Jueces realizada en Salta en 2007 se avanzó más todavía. En la comisión de “Gestión Judicial” se destacó la trascendencia de la información judicial y se puntualizó que la “confidencialidad, reserva y prudencia propias de la actividad jurisdiccional no obstan a la implementación de políticas comunicacionales sistemáticas, con  organicidad adecuadas que transmitan los aspectos relativos al funcionamiento, eficiencia y gestión de los tribunales.”
“En la pugna entre la realidad judicial y la  percepción de los periodistas cuando no logran acceder a la información, resulta perjudicada la sociedad y el sistema pierde credibilidad”, sostuvo el documento debatido en la comisión de Gestión Judicial.
Pero claro, después de tanto debate, de tanta necesidad de “democratización” de la Justicia pocos recordarán aquellas palabras y el cambio rotundo que significó en la concepción de la Justicia.
Quedará en la impresión popular la imagen de una Justicia no democrática porque al fin y al cabo, una vez que entre en plena vigencia el paquete de leyes propuesto por el Ejecutivo Nacional, el ciudadano va a percibir que todo está igual.
Los delitos se seguirán produciendo y reclamar Justicia (así, tal cual), seguirá siendo una solución fácil para buscar un responsable físico frente a un hecho de resolución compleja en el que medios y comunidad no esperan. Y más aún si mayoritariamente existe resistencia a informar.
Entonces sobrevendrá la inquietante pregunta del ciudadano común: ¿y los cambios?
El juez no podrá explicarle al ciudadano que las transformaciones iban dirigidas en otro sentido. Y ni hablar de una explicación basada en las distintas jurisdicciones. Todo esto le resulta absolutamente ajeno a un hombre y a una mujer que transitan su vida en situaciones alejadas del debate dialéctico.
El debate diario del ciudadano es distinto. Podría decirse que es con la vida misma, para caer en la misma simplificación publicitaria.
Una vez que el humo de la discusión que recubrió al proceso de transformación legislativa de la Justicia se disipe, es necesario que la Justicia profundice el camino iniciado en 2006. Y ahora sí hablo de Justicia sin distinción de jurisdicciones, porque el daño (ya lo dije antes) ha impactado en forma genérica, sin distingo de fuero, ni ámbito de actuación.
Reafirmar aquel camino significará en lo institucional mantener las políticas comunicacionales como una pata fundamental en esa estrategia de acercamiento a la comunidad.
Mantener y profundizar, podría decirse. No se trata de someter al debate, en la arena pública a las decisiones adoptadas por un tribunal, sino hacerlas conocer.

Del secreto a la comunicación como obligación republicana

Durante mucho tiempo esas decisiones fueron secretas bajo el pretexto de que sólo tendrían efectos para las partes.
Pero cuando un juez dicta sentencia, cuando procesa, cuando condena, está provocando un impacto social con esa decisión. Brinda una respuesta (ajustada al Derecho vigente) a una inquietud que es de la comunidad, porque el delito, porque la violencia, porque el amparo a un derecho, ya no son de interés sólo del imputado, de la víctima o de quien busca protección ante un daño inminente. Resultan de interés colectivo, de la sociedad.
La Justicia es un Poder de la República democrática. No es su antítesis como ha quedado instalado tras tanto artificio.
Democracia y República suelen ser conceptos asociados para el ciudadano y autores clásicos como el propio Maquiavelo. Para ese ciudadano, Argentina es una República Democrática, es decir existe una división de poderes y a la vez la participación ciudadana a través de la elección de autoridades.
Desde este punto de vista, informar es entonces un nuevo mandato republicano asociado a la función judicial y que fortalece los cimientos de la Democracia. De eso no hay dudas.
El nuevo poder ciudadano reside en la información que posee. Y cuando el Poder Judicial informa contribuye a la formación de ciudadanía.
Se dice que esta es la “Sociedad de la información”, aludiendo al enorme caudal de recursos con los que cuenta el ciudadano para nutrirse de noticias sobre lo que ocurre ya no sólo en su comunidad sino en otros puntos distantes del globo.
Un ciudadano es, básicamente, una persona libre con voluntad de cooperar socialmente.
Y el Poder Judicial es receptor –entre otras- de causas de quienes quiebran esa voluntad, de quienes vulneran la libertad de las personas o quienes al menos la ponen en entredicho.
Entonces cuando la Justicia informa no produce sólo contenidos como lo hace un medio de comunicación o como cuando lo hace un periodista.
Cuando informa la Justicia lo hace proyectando hacia la comunidad la escala de valores vigentes, la misma que dio formación a la Constitución y a las leyes, la columna vertebral de una sociedad.
Aquel debate público producto de la iniciativa de  “Democratización de la Justicia” debe servir no ya para mantener viva la discusión, sino para avanzar definitivamente en el camino de construir ciudadanía a través de la comunicación de las acciones de los jueces.
Aquella discusión ha producido una modificación en las expectativas que el ciudadano tiene de la Justicia. Esas expectativas se han fortalecido a la sombra de la ambigüedad de los eslóganes que han precedido a la discusión legislativa.
Se puede sostener que el ciudadano ahora espera de la Justicia acciones concretas de apertura. Y comunicar es el nuevo nombre de esa democratización. Es la concreción de esa expectativa social. Retrotraerse, retomar la cultura del secretismo del expediente, sería fortalecer la imagen de una Justicia distante y ajena.

El secreto como reacción

Al cabo, frente a tanto debate y confrontación generados para crear el clima propicio para las reformas, una tentación fácil sería reducir el nivel de exposición pública y consecuentemente dejar de informar.
Hacerlo sería colocar nuevamente a la Justicia como sinónimo de secreto, en la simplificación, como poco democrática.
Democracia es acceso. Acceso a Justicia y acceso a la información, también.
Para ello es imprescindible profundizar el camino fortalecido en las sucesivas Conferencias Nacionales de Jueces. Es necesario sacar a las decisiones judiciales a la luz, extender el debate inicial y llevarlo al ámbito académico, generar el intercambio de experiencias, alentar la producción de escritos que permitan el análisis y el debate.
Entonces el impacto negativo que tuvo sobre la expectativa social el debate sobre la “democratización” puede convertirse en una energía positiva que fortalezca los procesos comunicacionales de la Justicia. Y el único beneficiario de esto será el ciudadano.




[1] Primera Conferencia Nacional de Jueces, Santa Fe.
 

jueves, 23 de mayo de 2013

LA CORTE DE JUSTICIA Y SU SANO JUICIO



LA CORTE SUPREMA Y SU SANO JUICIO

                La Procuradora General de la Nación Alejandra Gils Carbó produjo una nueva agresión verbal a la Corte Suprema, quizá producto de su propia frustración, por no conseguir lo que ni Néstor ni Cristina Kirchner lograron nunca: hacer ofuscar al máximo tribunal del país. El miércoles en declaraciones a Radio del Plata y sobre el tema del pago del Impuesto a las Ganancias, disparó munición gruesa: "Cuando se trata de plata, no es la primera vez que la Corte Suprema no respeta la Constitución" dijo refiriéndose a la  respuesta que recibió su pedido de trabajar conjuntamente con el Alto Tribunal para implementar el pago del impuesto por parte de jueces y fiscales. “No es cierto que la Corte no puede tomar decisiones sobre nuestro nivel salarial", aseveró.
                Este nuevo capítulo en la historia de las relaciones del kirchnerismo con el Poder Judicial comenzó el 1º de este mes de marzo, cuando la Presidenta delineó en su discurso ante la asamblea legislativa el tema de la democratización de la Justicia, anunciando una serie de proyectos. Entre los invitado a la inauguración de las sesiones ordinarias de este año, se contaban el Presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti y el ministro Raúl Zaffaroni. El discurso tuvo el estilo confrontativo que es marca registrada de los dos últimos presidentes argentinos, y la respuesta de la Corte Suprema tuvo el estilo calmo y mesurado que también la identifica: en el primer acuerdo que reunió a los miembros del Alto Tribunal, éstos unánimemente manifestaron compartir todo lo anunciado por Cristina Kirchner, dado que la mayor parte de los temas integran la reforma judicial que, mal o bien, va progresando desde hace años. Únicamente no merituaron el proyecto de elección popular para el Consejo de la Magistratura, señalando que la materia legislativa es exclusiva del Congreso de la Nación.
Nada cambió desde aquel 2005, cuando Néstor Kirchner  comenzó con sus inusitadas intromisiones en el ámbito del Poder Judicial, repartiendo críticas. Fue entonces, en el momento más álgido de la crisis, que el Presidente de la Corte en ese momento,  Enrique Petracchi, señaló: "Ya se ha dicho todo lo que se podía decir. Hay que terminar con la esgrima verbal, envainar la lengua y a otra cosa", disolviendo así un horizonte de conflictos entre poderes.  
                La pasada semana, la Dra. Gils Carbó invitó por nota al máximo tribunal para trabajar conjuntamente en la implementación del pago de ganancias, sin advertir que con ello le estaba fijando la agenda a la Corte ni advirtió tampoco que la Constitución Nacional es muy expresa cuando define en el artículo 120, que el Ministerio Público es un órgano independiente, con autonomía funcional y autarquía financiera. Por esa razón la Corte no puede inmiscuirse ni en temas salarias ni  en ningún otro asunto propio del Ministerio Público, punto que se le recordó con firmeza pero buenos modales, señalando de paso que  desde 1994 la Procuración General de la Nación podría estar reteniendo ese impuesto a los fiscales. Esta respuesta, que tanto exasperó a la Procuradora General, puede leerse en el sitio oficial del Centro de Información Judicial (www.cij.gov.ar).
                El antiguo principio jesuita de actuar con fortaleza en las cosas pero con cortesía en los modos, sigue rigiendo el estilo de la Corte de Justicia, evitando el Alto Tribunal las disputas retóricas innecesarias o emitir  expresiones agraviantes o descalificantes, como las que suelen oírse en boca de algunos miembros del Ejecutivo Nacional, incluida su titular.
                Son dos estilos claramente diferentes y así son percibidos también por el común de la gente.
               

EL INTENDENTE Y LA BALLENA AZUL



 

            Cristina Kirchner inaugurará el 2014 una nueva sala lírica que costará – por ahora- algo más de $ 1000 millones y tendrá capacidad para 2500 espectadores. Será el Colón del Siglo XXI.

            Se está erigiendo en el interior del “Centro Cultural del Bicentenario Presidente Dr. Néstor Carlos Kirchner” ubicado en el ex Correo Central; el  emblemático edificio mantendrá intacta su  fachada  mientras que en sus entrañas desarrolla una laboriosa metamorfosis, cuya culminación será el nacimiento de una nueva y monumental sala de conciertos, un nuevo teatro Colón.

            La pregunta es ¿necesita Buenos Aires una nueva sala lírica de semejante  envergadura? Quizá sí, tal vez podría ser necesaria, pero no es prioritaria. Prioritarias son, por citar ejemplos, soluciones a la inactividad del FC Belgrano o a la inseguridad del FC Sarmiento. La prioridad es, en todo caso, política: el Colón pertenece a la Ciudad de Bs. Aires mientras que la nueva sala será propiedad de la Nación. La Presidenta no ha pisado el Colón desde el 2010 porque es jurisdicción de la Ciudad de Buenos Aires, o sea de la gestión Macri. Por eso se está gestando la "Ballena Azul",  como se le conoce por la forma de ballena que tendrá su sala de conciertos, pese a que existan prioridades más urgentes. Pero hay que opacar al Teatro Colón antes del 2015.

            En Salta, con estilo y presupuesto más provinciano, el Intendente Isa dio luz verde al proyecto del Teatro Cubo, sala que tendrá una capacidad de 250 espectadores, un 10 por ciento de la Ballena Azul, se instalará en el Centro Cívico Municipal y costará oficialmente sólo $ 2.200.00. Esta obra, financiada en parte por la Nación, provoca la misma reflexión: ¿es necesario un teatro más en la ciudad, que se sume al Teatro Provincial, al Teatro del Huerto, al auditorio de la Casa de la Cultura, a las instalaciones multipropósito del DELMI o al modesto El Teatrino? La respuesta es la misma: puede que tal vez sea necesario, pero no es prioritario. La ciudad y su gente tienen otras prioridades: obras hídricas para evitar inundaciones, obras demoradas en el canal Los Manzanos, en el Parque San Martín, en la pavimentación, que tiene un déficit de 120 cuadras para este año en barrios como Los Sauces, Asunción, Limache, Independencia, Miguel Ortiz, Mosconi.

             Esta enumeración no es arbitraria ni caprichosa, es la lista de prioridades enumeradas por el intendente Miguel Isa en el reportaje publicado el 31 de diciembre pasado en El Tribuno y que no mencionó el Cubo.
  
            Un nuevo teatro no parece una prioridad y como en el caso de la Ballena Azul, la respuesta tiene que ver con la política: es costeado en parte por el gobierno nacional, vía Instituto Nacional del Teatro, que también participaría en la administración.
 
            El Intendente, despojado de sus antiguas susceptibilidades sobre la autonomía municipal, admite que recibe el respaldo del gobierno nacional para financiar obras comunales dentro del plan “Más Cerca: más Municipio …”, lanzado por la Presidenta en 2012, que otorga fondos directamente a los intendentes, quienes los administran sin intervención del gobierno provincial. El objeto deben ser obras públicas de impacto social y de rápida ejecución, obras que puedan inaugurarse durante la campaña electoral 2015.

            El control de la caja en favor de los intendentes, puenteando a los gobernadores, era algo que solía hacer el ex presidente Néstor Kirchner cuando recibía en la quinta de Olivos a los jefes comunales, anotando en su mítico cuaderno las obras que éstos necesitaban. El designio buscaba fidelidad y aseguraba control directo. El cristinismo hace ahora lo mismo, teniendo la reelección en la mira. La Presidenta construye así un vínculo directo  con los intendentes,  sin intermediarios, que los condiciona como pregoneros de las bondades del modelo y la necesidad de la “re-re”.

            La fidelidad quizá motivó el viaje del Intendente Miguel Isa a Pto. Madryn,  ausentándose de los actos oficiales celebrados en Salta en el Día del Veterano de Guerra y Caídos en Malvinas. Ese vínculo directo con la Rosada podría haberle llevado a integrar la multitudinaria  comitiva oficial  que acompañó a la Presidenta en esa celebración tan lejana  como conflictuada. Lejana porque se realizaba a 2.500 kms. del terruño, donde desfilaban salteños ex-combatientes; conflictuada porque allá en Madryn  no desfilaron los veteranos de Chubut, por desaires de funcionarios de Ceremonial de la Presidencia.

            No obstante, el intendente de Salta volvió conforme, manifestando  haber llevado el saludo de los vecinos de la ciudad a la Primera Mandataria.

            Si en palabras manifiesta ser cristinista, en los hechos demostró ser, también,  agradecido.





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