lunes, 23 de abril de 2012

SINCERICIDIO Y SUICIDIO COLECTIVO


Versión ampliada de la columna publicada en el diario El Tribuno,
de Salta,el jueves 19 de abril de 2012


                  “Quiero que quede bien claro, es la primera vez en 17 años que la República Argentina tiene que importar gas y petróleo y que esto nos significa un pasivo hidrocarburífero, por primera vez en la historia, de más de 3.000 millones de dólares”.

Estas palabras pronunciadas por Cristina Fernández al anunciar hace 72 hs, la expropiación parcial de YPF, además de autoincriminatorias, describieron un desesperanzado escenario que, sin embargo, venía siendo anunciado desde mucho tiempo atrás. Hace ya más de un lustro,  en tiempos que gobernaba Néstor Kirchner y la situación no era aún tan grave, se formularon desde distintos sectores advertencias nunca escuchadas por el gobierno, que conjeturaron la posibilidad de un futuro energético difícil,  al cual la Presidenta ha otorgado ahora un estado de certeza.
Cuando el costo del barril trepó de 25 dólares en 2002 hasta el récord de 140 dólares en julio de 2008, la preocupación llevó a un grupo de ex secretarios de energía de la Nación –con cepas de distinto origen partidario, diversidad que no les impidió ni el diálogo ni el consenso-  a trabajar sobre la producción energética nacional y al cabo de casi un año se concretó en un documento, Propuesta de una Política de Estado para el Sector Energético Argentino”, que se hizo público el 11 de marzo del 2009. En su inicio expresaba:  “El sector energético afronta serios problemas estructurales sin soluciones a la vista; para resolverlos se debe formular una política de estado a largo plazo; Argentina tiene un presente decadente en materia productiva y un futuro incierto”. Entre las causas del atraso productivo los autores señalaron distorsiones, una de las cuales vale como síntesis: “No hay planificación energética de largo plazo”.
Eso afirmaron en 2009 Jorge Lapeña, Alieto Guadagni, Roberto Echarte, Raúl Olocco, Julio César Aráoz, Daniel Montamat, Enrique Devoto y Emilio Apud, quienes ejercieron la conducción de la Secretaría de Energía en alguno de los gobiernos que estuvieron entre 1986 a 2003. “Tenemos un sector energético en declinación productiva persistente, esa declinación productiva no es ni accidental ni obedece a una situación de coyuntura que pueda superarse con el mero transcurso del tiempo, por el contrario se trata de la manifestación de un problema estructural que abarca cinco aspectos: políticos; institucionales; legales; técnicos y tarifarios” afirmaron. Junto a la descripción propusieron también las medidas y acciones necesarias para alcanzar el inicio de las soluciones. Hay que recordar que, además, los ocho ex-secretarios en 2010 enviaron una carta al actual Secretario de Energía pidiendo información sobre las importaciones de fuel oil desde Venezuela, que se compraba más caro que el que exportaba para esa misma época el país, un sinsentido que llevó adelante la petrolera estatal argentina ENARSA, fundada por Néstor Kirchner en 2004.
Ahora la  Presidenta ha descubierto que el país ya no tiene recursos para la importación de combustible, circunstancia que se produce por la falta de políticas energéticas imputables a su administración y a la de su marido. Al describir los hechos como lo hizo,  aceptó su responsabilidad política -aunque sín realizar autocrítica ningua-  novedad impensada porque siempre estuvo fuera del manual del kirchnerismo. En lugar de echarle la culpa a las administraciones anteriores –2003 hacia atrás- como lo ha hecho regularmente, el accidente del Ferrocarril Sarmiento es el ejemplo más reciente,  aceptó que una de las causas del actual escenario en abastecimiento de hidrocarburos ha sido un insuficiente control estatal y aceptó el vaciamiento de la empresa con todo lo que ello implica. Porque si se hubiese cumplido a rajatabla el art. 1º de la ley que creó ENARSA S.A. el presente energético argentino debía ser hoy otro muy distinto.
Por las consecuencias, podría afirmarse que el reconocimiento formulado por la presidenta Cristina Fernández es lo más parecido a un sincericidio político, novedad inaugurada en el país poco tiempo antes por el actual vicepresidente, en una conferencia de prensa, que además provocó que fuera denunciado en sede penal. El Viceministro de Economía Axel Kicillof lo acometió durante dos horas, en grado de tentativa, cuando concurrió al Senado el pasado martes.
Estos sinceramientos de la más alta dirigencia política  argentina han resultado  casi simultáneos con las reflexiones del Nobel  Paul Krugman, publicadas al finalizar la semana anterior por el diario The New York Times, bajo el título “Europe’s Economic Suicide” en las que señala con relación a la crisis economica europea“la aparente decisión de los líderes europeos de acometer un suicidio económico colectivo” porque en lugar de repensar con mayor amplitud las políticas que originaron la situación actual, no lo hicieron y en lugar de eso “insisten en sus políticas e ideas  fracasadas, siendo cada vez más difícil pensar que cambiarán de rumbo”.  En el caso argentino el suicidio político de la dirigencia está llevando al enfrentamiento comercial, y posiblemente judicial, con demasiados estados extranjeros. Para la Argentina es casi, casi,  un suicidio económico colectivo.


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