lunes, 25 de julio de 2011

UN ELECTORADO DARWINIANO (A propósito de las elecciones santafecinas de ayer)



Un fenómeno político novedoso ha florecido en este tan electoral año 2011:  denostar, después de cada elección, a los ciudadanos que participaron, por no haber sabido votar correctamente. Tanto políticos oficialistas como opositores, según el caso, y sus referentes intelectuales, a partir de la moda inaugurada por  Pino Solanas, en cada elección que han perdido dirigieron sus primeros agravios y ultrajes a la porción del electorado que no los había votado.

Tomando algo de distancia para repasar los procesos electorales acontecidos durante este Siglo 21 en el país, lo que se advierte es un darwinismo del electorado, el cual exhibe una evolución superadora que claramente beneficia a la democracia como sistema.

En la furiosa y exaltada Argentina del 2001, las pasiones llevaron al electorado a la calle, al voto en blanco o aún al más agresivo “voto nulo”, aquél que introducía en la urna   recortes de Mafalda o manuscritos insultantes, sin beneficio para nadie. La media nacional de ese tipo de expresión electoral fue de un 26% pero en alguna provincia -como ocurrió en Santa Fe- trepó a más del 30%.

            Para las elecciones del 2003, publicaciones académicas, sondeos de opinión y analistas políticos coincidían en señalar un aumento de votante independientes, que comenzaba a mostrarse aún dentro de la franja del considerado “voto cautivo” (el dependiente o vinculado al gasto público): se aceptaba que el electorado comenzaba a mostrarse menos cautivo y más independiente y que la imagen y propuesta de los candidatos pesaban más que la fidelidad partidaria. El electorado rumbeaba hacia la desideologización, encolumnado al momento del voto detrás de soluciones concretas y no de principios fundamentalistas,  mostrándose menos motivado a votar “en contra de” que “a favor” de alguien, sobre todo de sí mismos. Las campañas por su parte, dejaron en claro que insultar al oponente no dio réditos a ningún candidato.

            Ese evolucionismo del electorado, superador de berrinches comiciales y votos nulos, fue advertido, entre otros, por el filósofo Alejandro Rozitchner, quien justificó el  hartazgo y la indignación de los protagonistas del “voto bronca” pero consideró que ese proceso evolutivo era un movimiento inconcluso que debía proseguir hasta lograr un protagonismo político eficaz; que los votantes tenían la obligación de buscar  una visión responsable de los problemas nacionales o locales, evitando el retroceso que significaron las asambleas populares y, en cambio avanzar hacia un voto más eficiente, más eficaz, más afinado.

En las internas abiertas del 2005 se observó nuevamente el proceso evolutivo, en las cuales la gente se alejó del voto en blanco pareció crecer el voto independiente, la lenta desintegración de los partidos ayudaba a ese proceso. La gente se expresó en las urnas con mayor bagaje de criterios personales y no de compromisos partidarios, descartó los discursos vacíos, las promesas generalizantes, vagas o imposible. Privilegió el orden, sobre todo aquél impuesto por prestigio y liderazgo más que por mero poder y el votante fue juez de toda la dirigencia política -la oficialista y la opositora- que fue sometida a examen.

No es un dato menor que el eje de la campaña del 2007 de la actual Presidenta haya sido la calidad institucional y la justicia, reclamos de la sociedad que estaban a flor de piel.

Finalmente, el votante independiente es pragmático y para ello debe contar con una mas o menos clara percepción de la realidad, lo que deriva en el tema de la información y de la prensa. Y procede con los medios igual que con los candidatos. La prensa tradicionalmente tiene simpatías en lo político que varían según los medios, circunstancia que hasta el menos advertido de los electores conoce. Pero existen hoy modernos medios y  tecnologías para comunicar a los candidatos con los votantes; y también  nuevas maneras de usar viejos medios: la trasmisión en vivo de la sesión de la Cámara de Senadores de la Nación de la noche del 16 de julio del 2008 y la madrugada del 17, seguida en tiempo real durante más de 16 horas por millones de televidentes de diferentes ideologías y partidos, puede ser tomada como un paradigma. El derecho a la información al alcance de un clic.
           
             Son los medios también los que dieron a conocer ese nuevo ejercicio agredir al electorado que le propinan los perdedores a través de la prensa, de las redes sociales y de Internet. Pero vencedores y vencidos pertenecen ambos a la política y forman la otra especie que convive con los votantes en ese mundo que periódicamente se redefine y se reubica en la realidad, mediante elecciones; mundo inserto también en el mundo real circunstancia que hace presumir que sus actores deberán enfrentar, para lograr su supervivencia política, demostrar también condiciones de adaptabilidad a los cambios como también condiciones de excelencia pólitica y ética sólida, entre otros rasgos,  para llegar a estar entre los mejores. Porque la  darwiniana ley de la supervivencia del más apto, a la larga, parece que es de cumplimiento inexorable.


Armando J. Frezze

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