viernes, 3 de febrero de 2012

EL SUELO TAMBIEN SE QUEJA



Los sucesos iniciados con el colapso del subsuelo de la terminal de ómnibus, noticia en proceso y sin final todavía, convocan a la memoria viejos problemas aún no resueltos, asociados no tanto por identidad de causas sino de escenarios, ya que se vinculan con las calles que construidas sobre canales de desages han presentado peligro de colapso, en especial por la indiferencia con la que se permitió, y se permite, el tránsito pesado sobre estructuras no diseñadas para ello.

Los registros documentales acumulan opinión de profesionales, denuncias de la comunidad, investigaciones periodísticas e incluso -paradójicamente- advertencias de organismos oficiales, ofreciendo material que recorre casi dos décadas. Hace 19 años el libro “Comentarios a la Ordenanza de Tránsito de Salta Capital N§ 5843” señalaba (pág. 56) el incumplimiento del tránsito pesado a la prohibición de circular por esas calles, indicando que camiones, motoniveladoras y vehículos similares circulaban sin control, produciendo graves daños a la calzada.
Una investigación periodística de El Tribuno publicada el 11/4/94 alertaba sobre la circulación impune de camiones cuyo peso amenazaba la integridad de las calles salteñas por superar el máximo de 3.500 kg de carga autorizado por las normas. Once años después todo seguía igual: “Camiones en la ciudad, un viejo y preocupante problema”, fue el título de un informe especial publicado el lunes 24 de octubre de 2005.
Mientras tanto, organismos municipales comunicaban a través de los medios la normativa existente para el tránsito pesado pero, paralelamente, informaban la existencia de deterioro en las calzadas construidas sobre los canales de desage, señalando como una de las causas del mismo la circulación del tránsito pesado.

Falencias en los canales

En el año 2004 se detectaron en la avenida Entre Ríos, entre Zuviría y Deán Funes, falencias en la estructura del canal que corre por debajo, información que este medio detalló en fecha 23/10/04; poco después la comuna daba a conocer trabajos en otros puntos de la losa de ese desage, donde las placas presentaban también serios deterioros y anunciaba que se estaba haciendo un seguimiento del tema.
En el 2008 las falencias aparecieron en el canal situado debajo de la calle Alvear, dos aberturas considerables se abrieron en el pavimento y permitían ver el cauce diez metros más abajo; la causa principal del estrago, según la información oficial, era la circulación del tránsito pesado en infracción a las normas. Estos hechos, publicados el 17/5/08, incluían declaraciones municipales que señalaban que era necesario que “la gente” se concientizara de no circular con camiones en lugares donde está prohibido, “cuestión fundamental para evitar que el pavimento ceda y para proteger a los automovilistas de un grave accidente”.
Resulta evidente lo erróneo y paradojal del enfoque que colocaba a la comuna al margen del problema, depositando la responsabilidad en el ciudadano. La obligación de cumplir la ley es una obligación ciudadana, pero la obligación de hacerla cumplir -sanción incluida- es otra categoría jurídica y corresponde al estado municipal. Al introducir esa confusión la comuna a un mismo tiempo resignaba su poder e incumplía su deber.

Riesgos del tránsito pesado

No es un dato menor que en todos estos años los medios, a través de imágenes, informaban profusamente a la comunidad la existencia de camiones circulando en infracción, con cargas que ya superaban holgadamente las 25 toneladas, comprobable a simple vista en las inmediaciones de corralones y supermercados de la ciudad. Como tampoco lo es el hecho de que rara vez la comuna comunicó a la opinión pública sobre el secuestro de camiones por infracción a los decretos Nº 751/69 o 607/92 o el art. 45 de la derogada ordenanza 5843/95 o los instrumentos legales que reemplazaran tales normas, ni sobre operativos para forzar el cumplimientos de los mismos.

La sensación entonces, como ahora, era que faltaba una visión sistémica de la Municipalidad sobre sí misma, ya que la comuna no es una simple suma aritmética de secretarías, direcciones generales y departamentos, sino un todo mucho más complejo, una estructura interrelacionada y con una interactividad ilimitada, de la misma forma que un ser humano no es la simple suma de sus sistemas y órganos, sino una unidad compleja que involucra tanto lo material como lo intangible.

La necesidad de controlar

Si en el pasado se han comprobado roturas en los canales y posibles colapsos futuros, las medidas debieron coordinarse en todas las áreas, bajo la calzada y sobre ella también, ejerciendo el poder de policía para controlar, sancionar y retirar coactivamente de circulación el tránsito pesado en infracción.
Una decisión política inflexible respecto de una constante infracción que, por otra parte, nunca estuvo huérfana de pruebas.
Esta columna señaló esa dicotomía bajo el título “Una ausencia y un divorcio” publicada el 4/1/04, al examinar la ausencia de políticas conjuntas de las diferentes áreas comunales, de manera que el accionar de una de ella puede, sin quererlo, perjudicar los avances que otra área ha logrado con gran esfuerzo.

La comuna conoce desde hace décadas el daño, el peligro y las consecuencias futuras que, entre otras causas, el tránsito pesado estuvo ocasionando al subsuelo. Pudiendo prever los resultados, pareciera que ninguna política de largo plazo para control y sanción fue diseñada, implementada o evaluados sus resultados. Pero siempre se está a tiempo.



Armando J. Frezze

 Publicado en la edición dominial del diario El Tribuno de Salta, el 29/1/12




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