lunes, 28 de febrero de 2011

NO SE OLVIDEN DE ZAPATA





            Internet  posee todos los inconvenientes de sus propias ventajas. Permite, entre otras magias, que alrededor  de 1.500 millones de personas accedan en tiempo real a la información de lo que acontece en el mundo; un quinto de la población mundial puede saber que está ocurriendo en el lugar que elija, cuando quiera y por los medios informativos de su preferencia e incluso comprobar que informan los que ven las cosas desde un escorzo contrario al del  “na.web.gante”. La contracara, lo negativo, es que el flujo de información resulta constante y una catarata de noticias nuevas  sepulta  casi de inmediato a las de horas antes. Las nuevas tragedias eclipsan a otras tragedias que no por menos recientes resultan menos dolorosas.
            La desdicha chilena que acarreó el terremoto del día 27 de febrero del año pasado y sus centenares de réplicas desplazaron rápidamente como noticia a otra desdicha, la del pueblo cubano, crudamente sintetizada en la muerte de Orlando Zapata Tamayo.  Ambas tragedias acaban de cumplir un año, pero mucho más recordó la caja boba la tragedia chilena que la otra, que mostró al mundo que la falta de libertad puede llevar a la muerte, sin necesidad de un pelotón de fusilamiento.

Zapata fue negro, obrero y valiente, tenaz defensor de los derechos humanos, este albañil cumplía condena a 36 años de prisión por el grave delito de pensar distinto que el gobierno cubano, por hacer públicas sus ideas, por contradecir el discurso único del poder político. Si fue un agravio para él la condena recibida omitiendo el debido proceso y la posterior tortura del aislamiento, también lo fue para el mundo libre, para el pueblo de Cuba y para el pueblo argentino, agravio potenciado –entonces y ahora- por silencio del  gobierno nacional que nos representa ante el mundo; Argentina tiene desde hace doscientos años normas jurídicas que garantizaron siempre lo que la dictadura cubana le negó a Zapata en el Siglo 21. El Estatuto del Año 1811, promulgado por el Triunvirato incorporaba expresas disposiciones sobre libertad de expresión y  seguridad individual, garantías que han llegado hasta nuestros días de la mano de la Constitución de 1853.
            Por defender estos principios tan naturales en nuestro país, por intentar que fueran vigentes en el suyo,  Zapata Tamayo entregó su vida.  La posición argentina, la del pueblo, no la del gobierno que hostiga la prensa libre y hasta los deportistas que piensan distinto (caso Del Potro)  es sin duda alguna aquella que nació en 1811 y que continua vigente en el inconsciente colectivo.         
El diario El País, de Montevideo,  editorializaba el mismo día de la muerte de Zapata pero sin conocer todavía su trágico fin,  diciendo acerca de este prisionero de conciencia que “Zapata se sacrifica para llamar la atención internacional. No podemos dejar que su sacrificio, en momento que lo trasladan y alimentan contra su voluntad, en momentos que corre riesgo de muerte, pase inadvertido. Esto sería lo que querrían sus carceleros y los cómplices que estos tienen en todo  el mundo, incluyendo Uruguay”.  Esta acción heroica podría ser eclipsada por otros hechos, y lo que es peor, olvidada.      
                        No obstante acontecieron sucesos, inimaginables hasta la muerte de Zapata, cuya andadura internacional permiten pensar hoy que el sacrificio del cubano por su pueblo ya no marchará hacia un olvido que no merece.
                        El Partido Socialista Obrero Español lamentó oficialmente el hecho y las detenciones producidas en la isla con motivo de su entierro pidiendo a las autoridades cubanas que libere a todos los presos de conciencia, cuestionando la situación de los derechos humanos en Cuba; las declaraciones a la prensa están en su sitio de Internet www.psoe.es  y en sintonía con ello su eurodiputado ante el Parlamento de la Unión Europea afirmó que  Orlando Zapata ganó la batalla” y que “un demócrata, antes que socialista, liberal, conservador o de cualquier ideología, debe ser un defensor de las libertades”. En Chile, los diputados del Partido Socialista -por primera vez en su historia- condenaron en declaración pública la situación de los derechos humanos en Cuba, reclamando la inmediata liberación de los “presos de conciencia” del régimen. La autocrítica también la realizaron artistas e intelectuales de izquierda en todo el mundo como el cineasta Pedro Almodóvar, la premio Nobel de Literatura Herta Müller o la escritora argentina Beatriz Sarlo.         
            El socialismo español y el chileno han corregido drásticamente el rumbo de su historia respecto de la visión de Cuba y la vigencia en ella de los derechos humanos. Argentina, que acuñó aquella frase tan expresiva “No Se Olviden De Cabezas” alineando tras ella a los ciudadanos por encima de ideologías, edades o niveles sociales  para defender el estado de derecho, debió reeditar ese simbólico pedido para como homenaje en el bicentenario de muchas naciones americanas a la defensa de los derechos humanos en Latinoamérica :“No Se Olviden De Zapata”
            Pero vamos de mal en peor, no sólo pasó desapercibido el aniversario de su muerte sino que la Argentina no ha condenado el bombardeo de civiles por parte de las fuerzas armadas libias.
            Más que un doble discurso del Poder Ejecutivo parece haber en los más altos niveles del gobierno nacional una esquizofrenia colectiva, si por ese término entendemos que existe un trastorno de la razón y de la conducta, que es la antesala de la locura política y de la otra. Un canciller que revisa valijas como un vista de aduana, una Presidenta que felicita a un gobernador que desacata un fallo de la Corte Suprema, un Ministro de Economía que sonriente afirma que la inflación solo perjudica a las clases altas, un Jefe de Gabinete que sin sonrojarse afirma que la inseguridad es nada más que una sensación, son preocupantes ejemplos.
            No se olviden de Zapata. 

Armando J. Frezze

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