domingo, 9 de septiembre de 2012

CARTA ABIERTA: UNA ESPESURA DE PALABRAS PARA JUSTIFICAR LA RE-REELECIÓN



          
  Si la tarea del filósofo es la búsqueda de la verdad, una actividad parecida aunque menos ambiciosa realiza el intelectual, cuya tarea consiste en la comprender la realidad y describirla, descripción que podrá ser verdadera, completa, objetiva o también todo  lo contrario, con o sin los muchos matices que las antinomias ofrecen. La descripción de la realidad argentina que el grupo Carta Abierta dio a conocer el pasado agosto resulta incompleta y en ocasiones subjetiva, al omitir datos que por su gravedad, importancia institucional y alcances políticos, preocupan a toda la sociedad y a sus dirigencias. Funcionarios públicos sospechados de corrupción o el índice real  de inflación o las vacantes nunca cubiertas en la justicia federal integran la realidad económica e institucional del país; estas facetas la carta no las describe ni comenta, ejercitando no obstante una tenaz defensa de la acción de gobierno realizada desde 2003 a la fecha.  
La carta, de lectura indócil, discurre sobre temas varios entre los que sobresalen dos: una permanente descalificación hacia los medios de comunicación social y un vehemente pregón sobre la necesidad de una reforma constitucional.
El primer punto contiene una dura embestida a los medios, que para los intelectuales de Carta Abierta representan el poder o el mal o ambas cosas. El uso de lenguaje emotivo es una constante del texto; expresiones como “bonapartismo mediático”, “acoso de un impresionante aparato comunicacional”, “los grandes medios... siempre dispuestos a asociarse a las causas más retrógradas del vasto mundo”, “los medios ....han decidido el esfuerzo máximo de travestismo”, agregando que “no se trata de negar la existencia de problemas” a los que no describe, ni siquiera los más urgentes, limitándose a señalar que los mismos  al pasar por las redes mediáticas adquieren un estatuto fantasmal”.
Tanta virulencia y excesos verbales terminan por hacerles reconocer la existencia de medios oficialistas, incurriendo en un lapsus notable. Expresan allí: “los grandes medios...deciden ser libertarios cuando atacan a los periódicos oficiales por ser ´pautadependientes´ ”. El error de pluma consiste en escribir “periódicos oficiales” cuando lo correcto es “periódicos oficialistas”, porque lo “oficial” es lo relativo al Estado y que se financia con fondos públicos. La filosofía cristinista –el Estado soy yo- ha contagiado a los firmantes de la carta y entonces aquellos periódicos que defienden a la Presidenta resultan ser periódicos “oficiales”. Pero esto podría ser sólo una anécdota, mucho más importante fue el reconocer que existen periódicos oficialistas a los cuales, en consecuencia, le cuadran todas las diatribas y berrinches que la Carta coloca sobre los “grandes medios”. Porque los medios oficialistas, al recibir apoyo financiero de la persona jurídica mas poderosa y solvente de todo el país -el Estado Nacional-, se convierten ellos  también en “grandes medios”.
             En realidad el lapsus fue una queja inconsciente por el fracaso de los muchos diarios, canales de TV y radios controlados por el kirchnerismo en todo el país, que no rinden ni en audiencia ni  en número de  lectores ni tiene peso suficiente en la opinión pública; fracaso e ira que se reitera, por ejemplo,  cuando refiere la Carta XII “las experiencias de economía social que hoy recorren el país, mas allá y pese a la invisibilización a las que son sometidas...”. Volver invisible para la comunidad una experiencia exitosa del gobierno no es el resultado de un escamoteo informativo realizado por los “grandes medios” sino, en todo caso, es producto de la ineficacia del aparato de difusión oficialista financiado por el Estado, una frustración de todos esos medios que debiendo colocar los resultados en lo más alto y visible del podio ganador no consiguen lograrlo.
El segundo tema premium de la carta es instalar como algo  fatalmente inevitable la reforma integral de la Constitución argentina. Con un lenguaje setentista, épico y combativo, y después de cantar alabanzas a los gobiernos del eje La Habana-Caracas-Buenos Aires expresa que los  “principios legítimos que animan estos gobiernos de transformación” justifican imperativamente, dicen, la reforma constitucional, la que describen –intentan describir- manteniendo ese lenguaje mas erudito que comprensible, para contabilizar lo logrado hasta la fecha y proclaman que “Cristina Fernández produce en medio de las inclemencias de la hora ... una decisión que transforma las luchas de los `70 en un accionar sin tregua...” y a ese mesianismo se le otorga un sentido: ha llegado un “momento constitucional” que requiere transformaciones para “rediseñar las magnas normas....viabilizando la continuidad democrática de liderazgos cuando estos aparecen como condición de esta inédita etapa regional”. El texto continua por varias decenas de renglones mas, que pueden ser resumidos en estas dos palabras: reelección indefinida. 

             Viabilizar la continuidad democrática de un liderazgo, como pide el manifiesto, es lo que ha estado haciendo Cuba desde 1959. Porque en la isla se vive en democracia, pero es una democracia al tipo de la Venus de Milo: bella, pero bastante incompleta.


Armando J. Frezze

(Publicado en diario El Tribuno, edicion del jueves 6 de Septiembre de 2012; para la columna se utilizó el texto de la Carta XII  publicado por el diario Página/12, edición del sábado 25 de Agosto de 2012)

-Si desea enviar esta nota a otra persona, haga click sobre el icono con la letra M que se
  encuentra a la izquierda de la barra de opciones, ubicada justo debajo de estas líneas.
-Salvo indicación en contrario, la producción de las ilustraciones es del autor.
-Permitida la reproducción de esta columna indicando la fuente.