viernes, 1 de noviembre de 2013

LA CONCURRENCIA DE FUNCIONARIOS Y LEGISLADORES A LOS CASINOS



El proyecto del senador por Capital Gustavo Sáenz para prohibir la concurrencia a los casinos a legisladores y funcionarios públicos con acceso a recursos del estado introdujo un tema novedoso y de importancia en la agenda política de Salta, ocupada hoy casi con exclusividad por el tema electoral.
La cuestión es importante porque, como la mujer del César, los funcionarios públicos, incluidos legisladores y magistrados, no sólo deben ser honestos sino también lucir como tales.
El juego de azar no es un delito pero nunca fue bien mirados por la comunidad. En Salta estuvo prohibido hasta el año 1906, cuando la Constitución provincial de ese año permitió, como excepción la venta de billetes de lotería, siempre que estuviesen autorizadas por ley de la Nación. La Constitución de 1929 extendió la excepción a las loterías autorizadas por leyes provinciales. Pero ambas mantuvieron el mismo principio general, expresamente textualmente: “Quedan prohibidos los demás juegos de azar”, prohibición periódicamente violada durante el Siglo 20. En 1986 la reforma constitucional introdujo un cambio radical al otorgar a la Legislatura la atribución de autorizar y reglamentar el juego de azar.
Dentro de ese marco histórico, existen antecedentes de prohibiciones como las consideradas por el Senador Sáenz. El Gobernador Ricardo Durand en 1964 lo hizo mediante el Decreto Nº 1924, al considerar que, por la habilitación de la ruleta en el Balneario Municipal, resultaba necesario adoptar medidas que velaran por el decoro administrativo, que debe primar en la conducta de funcionarios y empleados de la administración provincial. Estableció en consecuencia una prohibición expresa para todo el personal de la Administración Provincial, tanto de organismos centralizados como descentralizados, que tengan a su cargo el manejo de fondos o valores que impidió su asistencia a la Ruleta Municipal, así la identificaba, estableciendo las penalidades en caso de incumplimiento. Un sugestivo artículo, el quinto, invitaba al Poder Judicial y Poder Legislativo a dictar medidas análogas.
Una década más tarde el Decreto Nº 3551 reiteraba la prohibición establecida por Ricardo Durand.
Singular antecedente de austeridad republicana acerca de la conducta de los funcionarios públicos. Pero aún sin ley la austeridad, republicana o no, debiera ser un distintivo de quienes dedican su vida a la política, y con mucha mayor razón, si ejercen funciones en el gobierno del estado provincial o municipal.
Si la puntualidad es la cortesía de los reyes y la claridad es la cortesía del filósofo, bien podría afirmarse que la austeridad debería ser la cortesía del político, entendiendo por cortesía la conducta que demuestre a la gente la atención que se merece o el respeto con el cual se la considera. Desde ese punto de vista no hay duda que el político está obligado a un modo de vida austero y esa conducta debiera potenciarse cuando ya está en función de legislador o de gobernante. Abstenerse de concurrir a los casinos es una consecuencia necesaria.
El Papa Francisco, quien siempre ha dado, y lo sigue haciendo, testimonio de sus pensamientos, ha dicho que el poder es servicio. Su austeridad, conocida desde siempre, podría llamarse republicana aunque el Estado que gobierna no sea una república; hace pocos días aconsejó a los nuevos sacerdotes y monjas viajar en vehículos "más humildes" en lugar de conducir autos rápidos y lujosos, reforzando el consejo con su propio ejemplo: Francisco está utilizando en el Vaticano un Focus de bajo precio .
El del Papa sería un modelo a imitar haciendo austeras las conmemoraciones de fechas históricas, evitando festejos onerosos, suprimiendo los legisladores e intendentes sus viajes a países lejanos por motivos prescindibles, omitiendo los funcionarios ostentar motocicletas lujosas o erigir monumentos innecesarios, por citar los ejemplos más conocidos. No importa si algunas vanidades se solventan con el patrimonio propio. El político, como el estado, tienen que cumplir el mandato ético de la austeridad republicana.
El pueblo se merece esas conductas y esa cortesía.
Mas vale la austeridad de un hornero que no el capelo de Lerma.

Armando J. Frezze

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Texto ampliado del publicado en el diario el Tribuno el 20 de julio del 2013 con el título "Funcionario Jugado, un peligro para el Estado".