martes, 9 de noviembre de 2010

EL NUEVO LIBRO DE ABEL DOMENECH: NAVAJAS Y CUCHILLOS PLEGABLES




Así como todo cuchillo hecho a mano tiene un autor pero éste no necesariamente es un artista, así también ocurre con los libros de cuchillería;quien concibe algo y lo realiza será su autor, pero artista sólo será quien está dotado de la virtud y disposición para las bellas artes, que va creando una obra de
belleza estética, persiguiendo la perfección.

        Abel Domenech en sus libros conjuga ambas condiciones, la de autor y la de artista porque junto a la información técnica, histórica o biográfica, siempre se ha preocupado que sus obras persigan también en lo formal, una perfección estética. En todas sus obras anteriores, las ilustraciones convierten a los cuchillos en esculturas, engalana el texto con poetas como Belisario Roldán, Borges, Hernández o la plástica de Gasparini, con los dibujos, exquisitos y detallados, que realizara su padre, el Dr. Antonio Domenech,
o los que con su estilo tan personal hiciera Jorge Torrecilla, presentados junto a obras de artistas clásicos como Morel, Blanes, Palliere y otros.

        Esta característica no falta tampoco en esta nueva obra, que dedica a los cuchillos plegables, navajas y cortapumas.  Domenech lo anticipa en la introducción: “Son objetos utilitarios"  -dice- “herramientas de corte, pero a la vez pueden ser objetos de colección, y ¿por qué no? verdaderas obras de arte”. Y este libro logra que así los veamos con los ojos pero también así los percibamos con el espíritu.

        Con esa idea en mente, agrega poco más adelante: “Quizás por eso mismo, el plegable es el más
indicado de los cuchillos para recibir el sencillo grabado de unas iniciales, el embellecimiento de un grabado al agua fuerte, o el trabajo decorativo del cincel o el buril.
” La cuidadosa selección de ilustraciones, su equilibrio y sus enfoques son el resultado que en el libro da a esa proposición conceptual.

        A partir de esa introducción comienza ese, su doble trabajo, porque no se conforma con hacer una mera enumeración de hechos y de datos, su intención es describir también su propia subjetividad respecto de la belleza de los cuchillos plegables, y anuncia: “En las páginas que siguen intentaré explicar y compartir estas sensaciones y sentimientos, y trataré de transmitir al lector, mis experiencias

      Esta obra despunta inicialmente con la descripción histórica de los plegables para luego introducirse
de lleno en la cuestión técnica, a través de todo el capítulo Dos. El siguiente Capítulo está dedicado a la navaja española, pasaje en el cual,  además de desarrollar lo histórico y lo contemporáneo de esos instrumentos de corte, el autor no rehuye el tomar posición acerca del significante “navaja”, y los problemas que plantean sus significados. En este punto la obra se convierte en un ensayo, en el cual propone su tesis sobre el problema terminológico. Sobre esta particular perspectiva que propone acerca de clasificaciones y definiciones de los cuchillos plegables se volverá un poco más adelante.

        El Capitulo Cuatro, dedicado a la obra de Montejano es una especie de intermezzo, un salto hacia el aspecto decididamente artístico, de belleza estética, que va de la mano con esas navajas exornadas con
grabados al agua fuerte, de exquisita factura, de alto vuelo en la concepción, en la hechura y en el resultado. No resulta aventura pensar que a esta altura,Domenech-autor cede la obra al artista, para más adelante volver a tomarla.   Ello ocurre en los cinco siguientes Capítulos, lo cuales se abocan, por turno, al tema
según el país de origen: Inglaterra, Alemania, Francia (con dos capítulos) e Italia forman el abanico territorial europeo que examina Domenech para historiar, analizar, clasificar y comentar todo lo atinente a los plegables.  En el Capitulo 10 cruza el Atlántico para posarse en los Estados Unidos, país que tiene mucho decir sobre el tema de esta obra, porque si bien su industria cuchillera apenas ronda las dos centurias, la brevedad de su historia se ve compensada ampliamente con la enorme cantidad de centros de producción - pasados y contemporáneos, industriales y artesanales- como también con la variedad inagotable de tipos, modelos y propósitos con los que fueron, y son,  construidos. En el Capitulo siguiente el autor retorna a Europa para analizar la historia y el presente de un plegable militar mítico: la navaja del ejército suizo. Por su parte los plegables modernos, junto a los de alta tecnología y los tácticos ocupan los capítulos Doce y Trece, dedicando el capítulo de cierre al coleccionismo de estos filos que tienen una historia tan rica y tan extensa como la de los cuchillos de hoja fija.


        Pero esta obra, como queda dicho, también constituye un ensayo de Abel Domenech sobre las cuestiones terminológicas y clasificatorias.

        Ya en “Del Facón al Bowie”, señalaba con toda verdad que “La primera  dificultad que presenta el estudio del cuchillo criollo reside en la cantidad de variantes y en los distintos atributos o característica que cada autor o cada persona consultada considera que debe ser un cuchillo para ser considerado, por ejemplo, daga o facón, cuchillo o puñal, ...” (pág. 106 ), apuntando a la vaguedad
terminológica, incluso contradictoria a veces, como un obstáculo en el trabajo de investigación sobre cuchillería, proponiendo, para evitar errores, malentendidos o discusiones estériles,  una razonable uniformidad hoy aceptada por los coleccionistas, las publicaciones especializadas y hasta por los museos
argentinos.

        Cabe recordar que no hay palabras verdaderas ni falsas, sólo son un ruido al cual las personas le asignaron un determinado significado para poder comunicarse entre sí. En ocasiones, por diferentes motivos,  comienza cierto desorden y las palabras se vuelven equívocas, dificultándose la comunicación. Abel Domenech, con excelente criterio a mi entender, propone unificar el significados de determinadas palabras utilizadas para denotar a lo que indistinta y confusamente se denomina en idioma castellano  navaja, cuchillos plegables, cortaplumas u otras denominaciones regionales.  No niega que existe cierta vaguedad en el hablar coloquial,  tampoco afirma que esas palabras tengas significados verdaderos o sean falsos. Sólo propone unificar la terminología para evitar los equívocos, para que el que habla (o escribe) y el que escucha (o lee) se comuniquen reciprocamente con alguna mayor precisión.
        Debe señalarse que la propuesta es hecha con humildad en el Capitulo 1 cuando plantea contar con “una terminología básica, que nos permita hablar, leer o escribir sobre los objetos en estudio, intercambiar información, y saber con relativa certeza a qué nos estamos refiriendo al describir
una determinada pieza
”. Agrega que sabe de las limitaciones e inconvenientes que enfrenta esa tarea de unificación de significados, que “se opone a veces, con los términos costumbristas, regionales, o el uso que se le da a un vocablo en diferentes países, aún con un mismo idioma en común”, así es que inicia ese intento -digno de alabanza, por cierto- “apelando a la comprensión y buena voluntad del lector para aceptarla, al menos, durante la lectura de esta publicación”. Y luego de repasar los actuales significados equívocos, dando ejemplos y referencias geográficas, con sólidos fundamentos hace su propuesta:  “ …Invito al lector a utilizar “navaja” para referirse exclusivamente al cuchillo plegable español clásico, tanto en su versión antigua, como en su interpretación realizada en la actualidad …” comienza diciendo para  agregar luego que en la obra se empleará la palabra “navaja” considerándola como “una variante del cuchillo plegable, originada en España”, que el vocablo “cortaplumas” será utilizado para describir a “una  variante muy especializada del “cuchillo de bolsillo”  y así prosigue con el resto de los cuchillos de hojas plegables.

        Para éstos, y con idéntica finalidad de lograr certeza en la expresión,  Domenech propone una clasificación para los cuchillos plegables reconociendo que las clasificaciones “tienen siempre algo de
arbitrarias, y están sujetas a debate o argumentación
”.  Ello es cierto, aunque debe señalarse que -al igual que las palabras- no existen las clasificaciones “verdaderas” o “falsas”; las clasificaciones son, en todo caso, divisibles en “útiles” o “inútiles”.  Los libros, por ejemplo, son clasificados de una forma por los libreros, de otra por los bibliotecarios y de otra distinta por la Dirección de Derecho de Autor. Todas son clasificaciones distintas y al mismo tiempo todas son “verdaderas”, es decir: son útiles.

        Bienvenida entonces la clasificación que el autor propone en esta obra, que seguramente resultará de enorme utilidad, porque permitirá organizar el discurso sobre la cuchillería en el tema de los plegables, aventando confusiones y equívocos.

        Quiero finalizar augurando a mi amigo Abel Domenech, autor prolífico, el mayor de los éxitos con este nuevo libro que hoy presenta,  obra que producirá seguramente el regocijo de todos sus lectores, jóvenes o viejos, coleccionistas o sólo curiosos, primerizos o fieles seguidores. Personalmente le agradezco que haya
dedicado  todo ese tiempo y todo ese esfuerzo para culminar esta obra con la que nos permite a todos los lectores compartir sus conocimientos, trabajo que realizó con nobleza de espíritu, honestidad intelectual y estilo muy propio.
        

Armando J. Frezze