Según publicó ayer un matutino porteño, 105 pilotos militares de las tres armas pidieron la baja no sólo por motivaciones económicas sino también por el escaso entrenamiento, uso de aeronaves obsoletas y una expectativa de muy baja jubilación.
Este fenómeno sociológico hace recordar de modo casi obligatorio que cuando la Presidente de los argentinos asumió el cargo, heredó de Néstor Kirchner, además del modelo, la curiosa predisposición a prescindir de los pilotos militares para comandar el avión presidencial TC-01, un Boeing 757/200 de la Fuerza Aèrea coloquialmente conocido como el “Tango Cero Uno”. A pesar de que el o la Presidente siempre ha sido también Comandante en Jefe de todas las Fuerzas Armadas, por así disponerlo el artículo 99, inciso 12 de la Constitución Nacional, ambos mandatarios pusieron su confianza, tratándose de volar, en un civil, el piloto Sergio Velázquez que acompañaba a Kirchner desde que éste era gobernador de Santa Cruz. Se convirtió así en el primer civil al mando de un avión presidencial, que porta matricula militar, desde que comenzara a utilizarse este medio de transporte, desde la época que el Presidente Justo incorporó la costumbre. Asimismo, según noticias publicadas la primera semana de septiembre del año pasado, la familia Kirchner usaba regularmente al menos tres aviones civiles alquilados, pese a que la flota presidencial es extensa: los aviones matrícula TC 01, 02, 03 y 010 además del helicóptero H-01.
Aunque podía elegir entre los más capacitados pilotos del Ejército, la Armada o la Fuerza Aérea el entonces presidente optó por un civil amigo, gesto que podría ser interpretado como una falta de confianza al profesionalismo de aquellos. No deja de sorprender, ya que los pilotos militares argentinos gozan de un prestigio internacional reconocido, en especial después de las acciones de Malvinas en 1982, recordándose todavía conceptos vertidos por el almirante ingles John Foster Woodard, el entonces ministro de Defensa británico John Nott o el piloto y escritor francés Pierre Closterman, as militar de la Segunda Guerra Mundial.
La contracara de ese recuerdo es que hoy los aviadores militares, desmotivados en lo profesional, con sueldos bajos y equipo con mantenimiento precario, están abandonando las filas.
Que pilotos militares sean atraídos por las líneas comerciales no es exclusivo de este país ni de esta época. Puede recordarse a Richard Bach, más conocido por ser autor del bestseller mundial “Juan Salvador Gaviota”, que dejó de volar aviones militares estadounidenses para ingresar a la aviación civil, o en Argentina los egresados del CAOR, curso que la Fuerza Aérea dictaba para conscriptos que ingresaban con licencia de piloto civil y que egresaban con la de piloto aviador militar y podían quedar en actividad. Pero ahora aparece el fenómeno con mayor intensidad. El bajo presupuesto afecta, principalmente, el adiestramiento, el funcionamiento y el reequipamiento de las tres fuerzas. En el presupuesto 2011 se redujeron un 38% las horas de vuelo de las 35.896 horas previstas en 2010 para la Fuerza Aérea se pasará el año próximo a 22.155 horas de vuelo, lo que reducirá sustancialmente la capacidad de entrenamiento.
Los accidentes también son indicadores de la falta de inversión. Este año, en enero, cayó un helicóptero Shweizer de la Prefectura Naval en San Fernando muriendo sus dos ocupantes, meses mas tarde, en septiembre, un resultado similar arrojó el accidente de un Pucará de la Fuerza Aérea; el día que se celebraban los 25 años del bautismo de fuego en Malvinas, 1º de mayo de 2007, cayó en Tandil un Mirage, cobrándose la vida del piloto, en 2006 un bimotor Mohawk del Ejército se accidentó en Campo de Mayo y fallecieron sus dos tripulantes. Mientras tanto Aerolíneas Argentina, recibe subsidios de poco menos de dos millones de dólares diarios para poder operar y sigue deficitaria.
No resulta extraño entonces que los experimentados aviadores militares argentinos, desmotivados y volando material obsoleto, enfilen en dirección a las compañías aéreas comerciales -nacionales o extranjeras- tentado por sueldos que en todos los casos, como mínimo, duplican a los que perciben como militares, y que además por ser todos sus rubros remunerativos, inciden notoriamente en una jubilación futura.
Armando J. Frezze
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