viernes, 10 de diciembre de 2010

Extraña semana política

    


         El pasado viernes 3 de diciembre se inauguró una nueva sede sindical en Oran de los camioneros. Y  camioneros se asocia inmediata y sindicalmente con Hugo Moyano y Fuerza Bruta,  (la del bicentenario). Moyano no vino, ese Moyano que el analista y laboralista Neil Buhler señaló en una columna de opinión publicada en El Tribuno, que sintentiza la  “burocracia sindical en la que reinan los Moyanos ….dinastía familiar que permite perdurar a través de todos los descendientes”. En otra columna señalaba el mal que le hacía al movimiento sindical, por su corrupción sin límites, que tanta resistencia crea tanto dentro del ámbito gremial como del político (Como presidente del PJ bonaerense, impuesto forzadamente en ese cargo por el difunto Néstor Kirchner, no consigue liderar ni un partido de truco, por la enorme resistencia de la mayoría de los intendentes bonaerenses)
            Sin embargo, pese a tanto disgusto que le produce al argentino de a pie esa figura, cuya esposa además está enredada judicialmente por actividades poco claras en la obra social del gremio, pese al rechazo que concita, el gobernador Urtubey viajó a Orán el pasado viernes tres de diciembre para acompañar a los camioneros en la inauguración del edificio gremial en esa ciudad. Moyano le dio el esquinazo. “Razones de fuerza mayor” le impidieron viajar a Salta. Al igual que a Kirchner durante toda su presidencia.
Habiendo tantas inauguraciones, tantos municipios, tantas ONG, tantos otro gremios, Urtubey, de agenda apretada, optó por irse con Moyano. Es decir con los camioneros.
Ello produce dos cavilaciones.
           La primera de tipo negativa que obliga a un recuerdo. En 1983, durante las campañas electorales para elecciones nacionales, ocurrió un suceso que trascendió aquella época y quedó grabado en la memoria colectiva. El cierre de la campaña del Partido Justicialista se realizó al pie del Obelisco, ícono mayor de la Argentina; allí se alzaba la tribuna donde estaba, entre otros dirigentes,  el candidato a presidente Italo Lúder, hombre respetado tanto por peronistas como por quienes no lo eran. La enorme multitud congregada exhibía banderas,  carteles y pancartas;  un manifestante enarbolaba un ataúd de papel maché con las iniciales de la Unión Cívica Radical. Desde lo alto, en la tribuna, el gremialista Herminio Iglesias pidió que se lo acercaran y sacando un encendedor, le prendió fuego. 
            El episodio, tomado en primer plano por la televisión, llegó a todo el país. La elecciones las ganó más tarde la UCR y los analistas políticos, mayoritariamente,  siempre han coincidido que aquel gesto de prender el fuego, fue uno de los principales determinantes para que el electorado independiente votara no a favor de la UCR pero sí en contra del PJ, en contra de la violencia.
            Moyano encarna esa violencia: la fuerza para  lograr sus designios. La fuerza irracional para dominar, sea en las rutas, en las salidas de las fabricas o de los diarios o, a través de uno de sus hijo, en los peajes.
            La segunda asociación remite a una dirigencia gremial que, denostada siempre, parece más democrática, la de la Sociedad Rural Argentina, que tiene un “lado oscuro”, un costado desconocido por la comunidad en general pero, curiosamente, esa circunstancia ignota no poseen características negativas sino todo lo contrario.
            Sus estatutos, cuando disponen el procedimiento y cantidad de miembros a elegir para integrar una comisión directiva -que es encabezada por un Presidente- establece que “serán elegidos por dos años en Asamblea General Ordinaria pudiendo ser reelectos”. Esa reelección no tiene límites y puede repetirse hasta el infinito, incluida la presidencia. A pesar de esta liberalidad estatutaria, en los 144 años de existencia de esa institución el promedio de tiempo en el cual una misma persona ejerció la presidencia de manera ininterrumpida arroja una cifra breve: sólo 3 años, un mes y algunos dias.  De esos 46 presidentes que tuvo la Sociedad Rural desde su creación en 1866, quien más tiempo permaneció en el cargo en forma continuada fue Enrique Crotto, con un total de ocho años,  al ejercer cuatro mandatos consecutivos, de 1994 al 2002. El dato es más que interesante si se compara con otras asociaciones civiles argentinas de larga data y actividad en todo el país,   como por ejemplo el Automóvil Club Argentino que tuvo a Cesar Carman por más de un cuarto de siglo en la presidencia, a la que había llegado en 1957 o Asociación del Futbol Argentina, para la cual el inefable Julio Grondona fue elegido hace 32 años y todavía continúa. Pasando por alto clubes de futbol y otras entidades deportivas, el ámbito gremial también exhibe extenuantes permanencias: 36 años ininterrumpidos estuvo al frente de SMATA el recientemente fallecido José Rodríguez, 27 años Zanola frente a los bancarios (desde 1983 hasta su  reciente arresto), 25 años lleva Pedraza conduciendo a los ferroviarios; veinte años Julio Piumato al frente de los judiciales o Hugo Moyano con los  camioneros.
            Y si se abandona el ámbito gremial, el espacio político muestra similares ejemplos: intendentes y legisladores con habilidades suficientes para permanecer  atornillados al poder  de un modo inoxidable, lo que no parece compadecerse con el progreso institucional, la oxigenación generacional y la posibilidad de que -al menos cada década- sus lugares sean cedidos a otros de igual signo partidario, con idénticos principios y comunes ideales para que compitan electivamente. Pero algún gen monárquico del argentino parece impedirlo, tal vez como consecuencia de la corriente inmigratoria europea.
  El conurbano bonaerense abunda en ejemplos: el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, hace 18 años que conduce la comuna; Hugo Curto, elegido intendente de Tres de Febrero en 1991 va hoy por su quinto mandato consecutivo; también en ese año fue elegido intendente de Merlo, Raúl Othacehé, que ha estado al timón desde hace 19 años hasta hoy. En 1995 el Municipio de Ituzaingó se separó del de Morón y Alberto Descalzo fue elegido intendente, estos quince años, reelecciones mediante, le permitieron seguir al frente de la comuna. Son sólo ejemplos municipales bonaerenses, pero también ocurre en las legislaturas y estos ejemplos se replican a su turno en todas las provincias.
            Frente a ello, la extensa presidencia de Enrique Crotto al frente de la Sociedad Rural Argentina parece sólo un breve volido de perdiz. Menos de la mitad que Hugo Moyano estuvo al frente de los camioneros.
Y la liaison Urtubey-Moyano parece, en cambio, tan nítrica como el encendedor de Herminio.

Armando J. Frezze

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