viernes, 31 de diciembre de 2010

LA PROCURACION DEL TESORO, MALTRATADA El destrato del Ejecutivo Nacional a poderes del estado y organismos de reconocido prestigio –ahora usualmente evaporados- es una constante en la gestión kirchnerista. Si durante el gobierno de Néstor Kirchner el Congreso de la Nación fue transformado en una mera escribanía, en la gestión de su heredera se convirtió en blanco fijo, con motivo que allí existen legisladores que piensan distinto, y éstos son “los que no nos dejan gobernar” y “ponen palos en la rueda”. En esas expresiones se advierte que la Presidenta, de buena gana habría clausurado el Congreso, al mejor estilo militar, para una mejor administración del país según su óptica. El desprecio por la opinión del otro puede ser entendible, pero el desprecio institucional a un Poder del estado, expresado públicamente por la titular de otro Poder está fuera de todo manual de ciencia política y de toda idea de democracia. El INDEC es una institución estatal que sufrió un proceso de devaluación parecido, hasta llegar a ser un ícono de la fantasía usada como herramienta de gobierno. Creado en 1968, es la principal entidad oficial que recopila y publica estadísticas; por la seriedad e independencia de su labor había ganado prestigio internacional. No hace falta explicar sobre la devastación que ha sufrido por acción directa del Poder Ejecutivo Nacional en el último lustro. Pocos son hoy los que aceptan sus guarismos. Y esa falta de fe no es un tema menor: todo proceso de formulación y ejecución de una política económica requiere un preciso conocimiento de la realidad que le sirve como punto de partida, y también de datos periódicos para evaluar el progreso de aquella. Para ello la política económica, el “modelo”, necesita sí o sí disciplinas auxiliares como el derecho, la historia, la geografía económica y –por supuesto- la estadística. Si los economistas no confían en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ¿de que modo pueden formular un modelo económico predecible, confiable y hacer después su seguimiento? El Banco Central también ha sido tradicionalmente otro organismo técnico de gran prestigio. Este tipo de instituciones, encargadas de la emisión del circulante, aparecieron al final del Siglo 19 siguiendo la idea de que la moneda papel, que estaba gradualmente reemplazando a la moneda metálica, fuese emitida por una única institución, lo que permitía llevar adelante sanas políticas monetarias. En Argentina el manoseo al que fuera sometido el Banco Central a fin del año pasado por parte del Ejecutivo, y que motivó la renuncia de su presidente, fue un signo más de que el gobierno nacional se llevaba puesta otra de las instituciones económicas con tradición y prestigio, sin importarle las consecuencias, al ejercer una gestión irracional y autoritaria. Alguna de esas consecuencias ha sido la insólita carencia de efectivo por parte de las entidades bancarias que acaba de sufrir el país y la emisión brasileña de buena parte del papel moneda argentino Del Consejo de la Magistratura de la Nación no puede decirse que el Gobierno le haya hecho perder prestigio. La realidad es que el kirchnerismo siempre ha hecho todo lo imaginable para que ese órgano de selección de magistrados no lo consiga jamás. En estos días el Ejecutivo ha vuelto a descalabrar la Procuración del Tesoro de la Nación. Con el mismo autoritarismo con el cual había echado al Procurador Osvaldo Guglielmino -en medio de la crisis desatada el verano pasado con el tema del Banco Central- reemplazándolo por Joaquín Da Rocha, ahora dio por renunciado a éste y puso en su lugar una abogada de la Provincia de Santa Cruz, Angelina Abbona, ex Jefa del Tribunal de Cuentas y ex Fiscal de Estado de aquella provincia. Su designación tiene más que ver con la amistad y confianza política que con antecedentes académicos. No pesó en la designación los casi 148 años de trayectoria de la Procuración ni su sólido prestigio, ganado por la enjundia de sus dictámenes y la personalidad jurídica de sus titulares. La Jefa de Estado muestra cada vez con mayor frecuencia su propensión a rodearse de un círculo más cercano y reducido de colaboradores, nacido de viejas amistades. Y al igual que el extinto Presidente, poco o ningún respeto expresa por las instituciones del Estado y las reglas de la democracia, en especial el referido al pensamiento de las minorías y a la libertad de expresión. Con tales antecedentes vale preguntarse ¿Cuánto tiempo el durará en el cargo la nueva Procuradora? O formular un interrogante de mayor gravedad: ¿Cuál será la próxima institución que se elegirá como blanco? ¿la Auditoría General de la Nación, acechada desde hace tiempo? LA PROCURACION DEL TESORO, MALTRATADA El destrato del Ejecutivo Nacional a poderes del estado y organismos de reconocido prestigio –ahora usualmente evaporados- es una constante en la gestión kirchnerista. Si durante el gobierno de Néstor Kirchner el Congreso de la Nación fue transformado en una mera escribanía, en la gestión de su heredera se convirtió en blanco fijo, con motivo que allí existen legisladores que piensan distinto, y éstos son “los que no nos dejan gobernar” y “ponen palos en la rueda”. En esas expresiones se advierte que la Presidenta, de buena gana habría clausurado el Congreso, al mejor estilo militar, para una mejor administración del país según su óptica. El desprecio por la opinión del otro puede ser entendible, pero el desprecio institucional a un Poder del estado, expresado públicamente por la titular de otro Poder está fuera de todo manual de ciencia política y de toda idea de democracia. El INDEC es una institución estatal que sufrió un proceso de devaluación parecido, hasta llegar a ser un ícono de la fantasía usada como herramienta de gobierno. Creado en 1968, es la principal entidad oficial que recopila y publica estadísticas; por la seriedad e independencia de su labor había ganado prestigio internacional. No hace falta explicar sobre la devastación que ha sufrido por acción directa del Poder Ejecutivo Nacional en el último lustro. Pocos son hoy los que aceptan sus guarismos. Y esa falta de fe no es un tema menor: todo proceso de formulación y ejecución de una política económica requiere un preciso conocimiento de la realidad que le sirve como punto de partida, y también de datos periódicos para evaluar el progreso de aquella. Para ello la política económica, el “modelo”, necesita sí o sí disciplinas auxiliares como el derecho, la historia, la geografía económica y –por supuesto- la estadística. Si los economistas no confían en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ¿de que modo pueden formular un modelo económico predecible, confiable y hacer después su seguimiento? El Banco Central también ha sido tradicionalmente otro organismo técnico de gran prestigio. Este tipo de instituciones, encargadas de la emisión del circulante, aparecieron al final del Siglo 19 siguiendo la idea de que la moneda papel, que estaba gradualmente reemplazando a la moneda metálica, fuese emitida por una única institución, lo que permitía llevar adelante sanas políticas monetarias. En Argentina el manoseo al que fuera sometido el Banco Central a fin del año pasado por parte del Ejecutivo, y que motivó la renuncia de su presidente, fue un signo más de que el gobierno nacional se llevaba puesta otra de las instituciones económicas con tradición y prestigio, sin importarle las consecuencias, al ejercer una gestión irracional y autoritaria. Alguna de esas consecuencias ha sido la insólita carencia de efectivo por parte de las entidades bancarias que acaba de sufrir el país y la emisión brasileña de buena parte del papel moneda argentino Del Consejo de la Magistratura de la Nación no puede decirse que el Gobierno le haya hecho perder prestigio. La realidad es que el kirchnerismo siempre ha hecho todo lo imaginable para que ese órgano de selección de magistrados no lo consiga jamás. En estos días el Ejecutivo ha vuelto a descalabrar la Procuración del Tesoro de la Nación. Con el mismo autoritarismo con el cual había echado al Procurador Osvaldo Guglielmino -en medio de la crisis desatada el verano pasado con el tema del Banco Central- reemplazándolo por Joaquín Da Rocha, ahora dio por renunciado a éste y puso en su lugar una abogada de la Provincia de Santa Cruz, Angelina Abbona, ex Jefa del Tribunal de Cuentas y ex Fiscal de Estado de aquella provincia. Su designación tiene más que ver con la amistad y confianza política que con antecedentes académicos. No pesó en la designación los casi 148 años de trayectoria de la Procuración ni su sólido prestigio, ganado por la enjundia de sus dictámenes y la personalidad jurídica de sus titulares. La Jefa de Estado muestra cada vez con mayor frecuencia su propensión a rodearse de un círculo más cercano y reducido de colaboradores, nacido de viejas amistades. Y al igual que el extinto Presidente, poco o ningún respeto expresa por las instituciones del Estado y las reglas de la democracia, en especial el referido al pensamiento de las minorías y a la libertad de expresión. Con tales antecedentes vale preguntarse ¿Cuánto tiempo el durará en el cargo la nueva Procuradora? O formular un interrogante de mayor gravedad: ¿Cuál será la próxima institución que se elegirá como blanco? ¿la Auditoría General de la Nación, acechada desde hace tiempo? LA PROCURACION DEL TESORO, MALTRATADA El destrato del Ejecutivo Nacional a poderes del estado y organismos de reconocido prestigio –ahora usualmente evaporados- es una constante en la gestión kirchnerista. Si durante el gobierno de Néstor Kirchner el Congreso de la Nación fue transformado en una mera escribanía, en la gestión de su heredera se convirtió en blanco fijo, con motivo que allí existen legisladores que piensan distinto, y éstos son “los que no nos dejan gobernar” y “ponen palos en la rueda”. En esas expresiones se advierte que la Presidenta, de buena gana habría clausurado el Congreso, al mejor estilo militar, para una mejor administración del país según su óptica. El desprecio por la opinión del otro puede ser entendible, pero el desprecio institucional a un Poder del estado, expresado públicamente por la titular de otro Poder está fuera de todo manual de ciencia política y de toda idea de democracia. El INDEC es una institución estatal que sufrió un proceso de devaluación parecido, hasta llegar a ser un ícono de la fantasía usada como herramienta de gobierno. Creado en 1968, es la principal entidad oficial que recopila y publica estadísticas; por la seriedad e independencia de su labor había ganado prestigio internacional. No hace falta explicar sobre la devastación que ha sufrido por acción directa del Poder Ejecutivo Nacional en el último lustro. Pocos son hoy los que aceptan sus guarismos. Y esa falta de fe no es un tema menor: todo proceso de formulación y ejecución de una política económica requiere un preciso conocimiento de la realidad que le sirve como punto de partida, y también de datos periódicos para evaluar el progreso de aquella. Para ello la política económica, el “modelo”, necesita sí o sí disciplinas auxiliares como el derecho, la historia, la geografía económica y –por supuesto- la estadística. Si los economistas no confían en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ¿de que modo pueden formular un modelo económico predecible, confiable y hacer después su seguimiento? El Banco Central también ha sido tradicionalmente otro organismo técnico de gran prestigio. Este tipo de instituciones, encargadas de la emisión del circulante, aparecieron al final del Siglo 19 siguiendo la idea de que la moneda papel, que estaba gradualmente reemplazando a la moneda metálica, fuese emitida por una única institución, lo que permitía llevar adelante sanas políticas monetarias. En Argentina el manoseo al que fuera sometido el Banco Central a fin del año pasado por parte del Ejecutivo, y que motivó la renuncia de su presidente, fue un signo más de que el gobierno nacional se llevaba puesta otra de las instituciones económicas con tradición y prestigio, sin importarle las consecuencias, al ejercer una gestión irracional y autoritaria. Alguna de esas consecuencias ha sido la insólita carencia de efectivo por parte de las entidades bancarias que acaba de sufrir el país y la emisión brasileña de buena parte del papel moneda argentino Del Consejo de la Magistratura de la Nación no puede decirse que el Gobierno le haya hecho perder prestigio. La realidad es que el kirchnerismo siempre ha hecho todo lo imaginable para que ese órgano de selección de magistrados no lo consiga jamás. En estos días el Ejecutivo ha vuelto a descalabrar la Procuración del Tesoro de la Nación. Con el mismo autoritarismo con el cual había echado al Procurador Osvaldo Guglielmino -en medio de la crisis desatada el verano pasado con el tema del Banco Central- reemplazándolo por Joaquín Da Rocha, ahora dio por renunciado a éste y puso en su lugar una abogada de la Provincia de Santa Cruz, Angelina Abbona, ex Jefa del Tribunal de Cuentas y ex Fiscal de Estado de aquella provincia. Su designación tiene más que ver con la amistad y confianza política que con antecedentes académicos. No pesó en la designación los casi 148 años de trayectoria de la Procuración ni su sólido prestigio, ganado por la enjundia de sus dictámenes y la personalidad jurídica de sus titulares. La Jefa de Estador